Si eres de los que tienen una chimenea, estufa o cocina económica de leña en tu casa, descubre con nosotros que tipos de madera existen para su uso y cuál es la que mejor se adapta a ti.

Leña

La madera es el primer combustible que los seres humanos empleamos como especie, cuando fuimos capaces de dominar el fuego, en el combustible más natural y que nos conecta con nuestros orígenes. Al igual que todos los combustibles libera CO2, en similar cantidad a la que liberaría la planta en el caso de sufrir un proceso de putrefacción natural. Sin embargo carece de emisiones (o en su caso son mínimas) de azufre, plomo monóxido de carbono o hidrocarburos que sí que están presentes en otros combustibles.

Cocina económica de leña

Según la especie de árbol, la madera presenta distintas características, dividiéndose mayoritariamente en dos grupos: maderas blandas y maderas duras. En ambos casos el aspecto más importante de cara a su uso como combustible es el correcto secado de la misma, recomendándose que el grado de humedad que presente oscile entre el 10 y el 15 %. Para ello, se deberá cortar en invierno y reservarse hasta el año próximo convenientemente apilada en un lugar que permita su correcta ventilación, para que el secado sea eficaz y no se generen bichos. Cubrirla con un toldo es buena práctica, siempre que este no cubra tu totalidad, de tal manera que la proteja del agua pero permita la circulación del aire.

Chimenea de leña

Dentro de las maderas blandas nos encontramos el abeto, el pino, álamo, castaño o sauce. Sus densidades oscilan entre los 300 y 350 kg/m3. Su llama es alargada, la combustión es más rápida y apenas dejan brasas.

Las maderas duras tienen mayor densidad, llegando hasta los 400 kg/m3, su llama en más corta, su combustión más lenta y dejan más brasas. En este grupo podemos citar el roble, el haya, la encina o el olmo.

Madera blanda o dura que elijas, recuerda que un buen mantenimiento del aparato calefactor es crucial para alargar su vida útil. Para todo lo que necesites, ¡aquí estamos!